Los últimos años han sido escenario de dramáticos cambios en el campo de las comunicaciones, particularmente en el área de la transmisión de datos y la interconexión de computadoras y redes.

Una rápida mirada hacia el pasado reciente nos llena de asombro al constatar cómo en los años 80 y principios de los 90 la invasión masiva de la computadora personal, el fax, los beepers y los celulares, así como la popularización de las llamadas de larga distancia, transformaron profundamente la forma en que trabajamos, vivimos, investigamos, aprendemos y nos mantenemos comunicados con el resto del mundo.

Pero, si bien aquellos cambios parecieron rápidos y radicales, el proceso de transformación es más significativo a partir de la segunda mitad de los años 90, con la masificación del uso del Internet y las amplias posibilidades que introduce a través de la distribución inmediata, el bajo costo de la información y la posibilidad de interacción y comunicación de individuos, instituciones y comunidades. En un abrir y cerrar de ojos de apenas unos años, cada canto del planeta puede ser visitado, conocido, descubierto por ciudadanos comunes alrededor del mundo con acceso a una computadora y una línea de teléfonos.

Ningún rincón está lejos y nada puede pasar inadvertido. El poder de la comunicación ha pasado de ser un recurso exclusivo de reducidos sectores a convertirse en una herramienta para la sociedad en general disponible y usada por un número cada vez mayor de personas. Desde mensajes que atraviesan el globo en cuestión de minutos, hasta opiniones publicadas en foros públicos o distribuidos a listas de personas interesadas en un área, pasando por las publicaciones de páginas electrónicas que pueden ser consultadas en la red, cualquier persona tiene el poder de hacer escuchar su voz por Internet ante los oídos atentos del mundo. Y lo más importante e innovador en todo esto, es que no sólo podemos hablarle ahora al mundo, sino que también podemos escucharle y recibir respuestas, comentarios, retroalimentación de lo que decimos o publicamos en la red, logrando una verdadera comunicación de doble vía, aunque sería más apropiado decir de un millón de vías.

En la ardua labor para la potenciación, valorización y el desarrollo de la mujer en nuestras sociedades, esta red mundial de comunicación es, más que una bienvenida herramienta de trabajo, una poderosa aliada alrededor de la cual deben redefinirse y trazarse estrategias completas, no sólo de comunicación, sino también de interacción, coordinación, promoción, difusión, investigación e incluso acción misma.

La red es la gente. Todo el cableado y los equipos del mundo de nada sirven si no les damos un uso adecuado y explotamos cabalmente su potencial. Más que usuarias pasivas de la red y receptoras de información, debemos ser también generadoras activas de información, dándole vida y sentido, uso y provecho al Internet en beneficio de la mujer.